Las obras del convento se alargan y pasa el tiempo gruñendo controlándolas desde la ventana. Clotilde amonesta tanta obsesión y mal humor. Pero él sigue ahí, sin moverse; maldiciendo el traslado de sus adoradas inquilinas al ala oeste del edificio; lugar inexpugnable al que no tenía acceso. El cabreo sustituyó a la nostalgia recordando sus devaneos en el claustro a la luz de la luna. Debería buscar cualquier resquicio para colarse dentro evitando a la madre abadesa, que se la tenía jurada con caparlo si volvía a verle por ahí.
“¡Incomprensible! Sus castos votos jamás deberían coartar nuestros idilios gatunos.”
23/Octubre/2024
La frase de inicio para los microrrelatos de esta ronda es:
Las obras del convento