Bailar en la oscuridad

Fuiste tú,
frente al papel en blanco
quien convirtió su soledad
en eterna compañía.

Son tus frases
fragmentos de belleza luminosa,
el calor de una taza de café,
lecciones de melancolía
que consiguieron vaciar mi pecho,
advertencias,
llamadas a la acción,
exhortación de vida
y eternas compañeras.

Son aquellas veces
que cuando no sé qué pensar
vienen tus palabras a dictármelo,
sin conocerme,
cientos de años antes de que yo naciera
o, quizá hace solo un segundo.

Da igual,
porque la poesía es
un instante especial,
más allá del tiempo y del espacio,
en que los dos nos arrancamos la piel
para sentir dolor al mismo tiempo.

En que nos detenemos un momento
para reflexionar
sobre este viaje,
conduciendo, como en el cine,
hacia increíbles cielos fucsia.

Mientras,
me cuentas tus amores,
tu repentina sensación de soledad,
tus dudas,
esa sensación de nunca estar,
de estar en otra parte,
parecer extraño al mundo
y, por un momento,
capaz de todo o incapaz de olvidar.

Da igual,
lo importante es sentir,
moverte entre el peligro y la fugaz felicidad,
siempre movernos, seguir bailando,
aunque se haga de noche,
aunque ya no haya música,
aunque apaguen las lunes,
sigo bailando
escuchando tu canción silenciosa.

Para abandonar la sensación
de que todo se me escapa
entre las puntas de mis dedos.

Fuiste tú,
fuisteis tantos,
los que me inspiran cada día a soñar,
a seguir imaginando,
mantener la mirada del niño,
desde el alba hasta que me entierren entre flores amarillas.

Serás tú,
estarás ahí,
guiando mi mano,
reflejado entre la pantalla blanca.
Vosotros,
tantos
imposible describiros
las sensaciones que me habéis provocado.

Sólo,
seguiré escribiendo.
Bien o mal,
no importa,
por mí,
por vosotros,
o sólo porque hay que seguir en movimiento
bailar,
sin parar al son
de la melodía que me habéis enseñado.

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Que versos más vivos, mas esperanzadores haciendo de la poesía ese encuentro especial para seguir bailando, muy bueno poeta!!!

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Muchas gracias!