Recuerdo la alegría como un tren
parando en multitud de estaciones
minutos, algunas veces horas
en ocasiones llegaron a ser días.
A fuerza de saber que nada dura
porque nada me duraba
prescindí de ella sin amargura
como quien se quita un calzado carísimo
para ponerse otro de menor precio.
Recuerdo la tristeza como un canto inútil
buena para hacer daño a mi corazón y al de otros.
Seguramente fue eso lo que me hizo entrar
en el mar de la melancolía.
Aprendí a sonreír frente al fracaso
dejando de lado mis sueños.
Una se calla
entra en un mutismo racional y sonríe.
Una sonrisa no es nada más que
una mueca barata
tanto que apenas cuesta nada
y además hace bonito.
11 Me gusta
Muchas gracias, eres muy amable
1 me gusta
Precioso !!
1 me gusta
Muy agradecida
Así se siente…
Muchas gracias
1 me gusta