Si vuelvo a ese lugar
no sé si veré
lo que yo encuentre
pues ya no entiendo
otra voz
que la esencia
de mis ojos
gritando, confundida…
que no fui yo
quien quiso regresar…
y abriré distancia
de mundo que se apaga
sepultando ayeres
en adentros
sin fisuras perdurables,
tomando el ciclo
de un invierno mudo,
ingrato, inapetente…
que impacte
como muerte en mis mejillas
de sangre de amapola
pues mis manos ansían
la hiedra no creada…
piel cosida
con mil hilos de existencia
que ahora hierve…
reptando
en desmemoria,
lejos el foso…
y aún vendré…
desde allí para ser,
para ver y proseguir
entre el pálpito
del humo
y mi pálida presencia…
¡¡Mi poetisa de metáforas imposibles y preciosas, qué versos estos!! Ay, Carmen, casi cito el poema completo. Quedé adherida a esos hilos… Me llegó muy cerca.
Tremendo y hermoso en esa vuelta atrás…
Profundos y bellos tus versos, querida amiga. Mirar hacia adelante disuelve en parte los malos momentos que dejamos atrás. Un abrazo fuerte, mi Carmen!
Muchas gracias, querida María… Mirar hacia delante, aunque solo disuelve en parte los malos momentos que dejamos atrás, nos sirve de medicina que alivia los “dolores” del alma. Un abrazo grandote, amiga!
Desde tus íntimas batallas germinan guirnaldas, leerte es áspero, pero de esa aspereza que pellizca el corazón y a la que uno puede volverse adicto. Saludaco grande poetaza.