Lejana
cual
costumbre de
mar
oriental, ténue
como su Sol final que cae
en la
inmensa planicie.
Barco soy,
tan
de cosquillas
en
velas mugrientas,
y enemigo de olas violentas,
tanta
sangre de quilla hombre.
Viento eres
y
nubes traes
a
mi sudor, lenta
muerte esperando tu tormenta.
Santa,
abrázame entonces.
Cercana y
más:
mezclada entre
sal
y orgasmos dobles,
cuidando con caricias nobles
la cal
de mis huesos barcos.