Viendo el retrato del patriarca familiar

Miro tu foto: alto regio fugaz,
ceño fruncido sonrisa inversa.
Mira tu foto la niña traviesa,
mira con ojos de infanta vivaz.

Te he mirado desde siempre,
cual sombra entre mis sueños.
Padre de mi abuela, el señor de los ogros,
tortura de la niña, niña de mis ojos.

Contemplo tu estatura,
cual torre ardiente,
y me siento inerte
ante tu porte y fetidez.

Señor de mis raíces, ogro masculino,
que a la tierna hija le negó su abrigo.
Tus raíces podridas, la cruz del patriarcado,
viola a la niña, con torpe mano.

Hoy gimen tus niñas cual lluvia de abril,
lloran la injusticia que anidaron de ti.
¿Será que, al otro lado, con mucho desmayo,
crujen tus dientes al roer del gusano?

Desde niña te odio, desde niña te conozco,
aunque más de un siglo me separa de ti,
las sombras de tus hijas,
las lunas de tres vientres,
los cuentos de doncellas de vida servil.

Dejaste marcada, con hierro candente,
la lágrima en tu hija, la pobreza y enfermedad.
Y aunque nunca creí conocerte
hoy miro a tus ojos y me rio de ti.

Porque ni mil hombres de tu calaña,
diestros en batalla, pudieron talar
a la abuela débil, a la madre tierna,
la doncella niña, ni a la hija viril.

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Bienvenida de nuevo Xinia !!