Añoro los viejos tiempos,
conducí hasta tarde
la otra noche;
creo que las carreteras
estaban molestas,
no he hablado con ellas
en mucho tiempo,
pensaban que ya
no era su amiga.
El cielo estaba durmiendo
encima de mí sin luces
nocturnas,
las estrellas estaban
encerradas en cuarentena;
Me pregunté como sería
la ciudad en completa
oscuridad,
tan tranquila
y criminal
como lo son nuestros ojos
cuando se enamoran de alguien.
Encendí la radio
para callar mi voz interior
retumbando con la lluvia,
las calles tenían
el corazón roto
por toda la gente usándolas
cuando no deberían;
nadie se acordaba de ellas
antes,
creo que eso dice mucho
de la fragilidad humana.
A veces
no quiero ser poética,
no quiero pensar
sobre la estética de mi habitación
o los corazones
que dejé atrás;
a veces quiero llorar
por la belleza
ordinaria de las cosas
y las canciones
y las personas
que no existen
hasta que no me doy
cuenta de ellas.
Renunciaré a todos mis miedos
para llenar el Atlántico
con mis lágrimas,
el atardecer sería
más realista con los ojos limpios
y sin filtros en la arena.
No sé como acabar esto,
ni siquiera sé
como lo empecé,
así que diré
adiós.
Por ahora.
Supongo.
3 Me gusta
Me encantó la originalidad y realismo de este poema…un gran saludo,@losmundosdero!!
1 me gusta
Muchísimas gracias! Me alegra leer eso
1 me gusta
Muy bueno, Ro. Me ha encantado!
1 me gusta
Muchas gracias!