-Poema inspirado en la biografía del poeta Miguel Hernández.
En un silencio atroz, altisonante,
enhebro en la penumbra de los días,
los pálidos despojos que me quedan.
Los versos son febriles estandartes,
que fluyen entre rejas opresivas,
que tosen desde el alma del cautivo,
desgarrándole el pecho en agonía.
Afuera, se endiosan los cobardes,
propulsores de encierros y torturas,
amigos de los tronos más sangrientos,
que asesinan palomas en la esquina.
Más el verso escapó por una hendija,
y no pudo el guardián cortar sus alas,
se ha trepado a los muros del tormento,
para atisbar el campo de mis cabras.
Aquí me han encerrado los tiranos,
que asfixian libertades con martirio.
Yo soñé una República de hermanos,
y he acabado en la sombra del presidio.
¡Qué no se olvide el pueblo de sus poetas!
¡Qué no olviden al verso clandestino!
Tal vez en un futuro muy cercano,
se pueda derramar sobre mi gente,
la tinta libertaria con que escribo,
condenado a morir en este encierro,
cercado por las botas que me celan.
No han de faltar mis versos en la lucha,
mis pasos en la marcha, mi brazo combativo.
Nunca podrán callar mi canto, ni mi aliento,
los hierros opresores que me velan.