Verdad en la mentira y viceversa

Decir la verdad
cuando la tormenta aflora.
Decir la verdad
cuando te arrancas las canas.
Decir la verdad
cuando se cuelan nenúfares.
Decir la verdad
cuando la arcilla descoagule.
Decir la verdad
cuando te arda el silencio.
Decir la verdad
cuando exaltes abstractos.
Decir la verdad
cuando se frecuenten encrucijadas.
Decir la verdad
cuando tengas el poema en los ojos.
Decir la verdad
cuando el interruptor sea visible.
Decir la verdad
cuando en vez de decirla
te conviene mentir…

¡Al Amor, mentirle, al Amor!
¡A la Vida, mentirle, a la Vida!
Mentir para así mentir que decimos la mentira
que la piedra nunca se aventó
mas la piedra nos cae encima…

Las mentiras no son más que verdades ajardinadas…
el Maligno sabe de plantas jorobadas, de troncos agrietados:
decirnos la verdad no es una manía suya… nos separaron al nacer…
¡Oh, hemos aprendido TODO del más cuerdo de los jardineros!

Verdades ctónicas…
verdades que regurgitamos
a diario
de nuestras roídas costillas (fauces precoces)

Verdades histriónicas…
verdades que silbamos
a diario
de nuestras locuaces bocas (picos entecos)

Santa Alétheia y su aguijón: verdad en la Mentira

Tenemos que decir la verdad aun cuando mentimos
aun cuando nos mentimos al espejo, al reloj, a la cara
cuando mentimos entre espumarajos
entre muestras de afecto
entre pactos de sangre
ante la espada tuerta
ante el hacha ecuánime
mentir, al gemir en alto la fe por el Mañana
al reincidir soliloquios, sahumarse en mantras;
mentir, ante el calambre de una súplica hermana
ante el interrogatorio, pésame de turno;
pues oh delirantes todos
moriremos sin conceder mentira alguna
moriremos para morir de nuevo
moriremos para seguir diciendo la verdad
siempre la verdad
lacerante y desgarradora verdad
genocida verdad
¿será que podremos mentir, Y SÓLO MENTIR, alguna vez?

Juramento del día cero

Oh dios del estrado mental
alienado hecatónquiro
Tú que castras al Sol e infibulas a la Luna
y así das paso al Eclipse que arritmia sin sangre;
Tú que caminaste descalzo por las aguas con camisa de fuerza
(nacidas de la esquizoide Creta) y que, con tus huellas,
les fuiste desabrochando los sepulcros;
Tú que no castigas al hombre por ser hombre
sino por ser dios, por su terquedad;
Tú que sólo tú sabes dónde acaba y empieza el Sufrimiento,
la Mordedura aún latente, la inserción de la Primera Excusa;
Tú que sólo tú sabes dónde da a parar la Senda del Polvo,
la Hemorragia Tricolor, el Asilo de Potros Sobrevivientes;
Tú, que te has compadecido de nosotros,
que has hecho de tu morada nuestra demencia,
los molinos que han de derretirse;
Tú que, en primer acto, lloraste eufórico desde la Carne por la Carne,
¡lloraste porque la Carne se sabía carne!,
y de tus lágrimas respiró el Abismo
(éste tosió, como criatura al verse nacer,
y desde entonces,
nunca más volvió, a cerrar, los párpados, del todo);
Tú que estás sentado a la derecha del Yo y a la izquierda del Yo
en un trono holgado, ciertamente, incómodo
de un ergástulo, ciertamente, raquítico;
Tú que preservas todos los nombres, todos los heterónimos;
Que de ti se hizo la Oscuridad y dotaste de claridad al centro
de la Sombra;
Tú que eres orgía, susurrador de sueños, tiempo nebuloso,
memoria escandente de nuestras entrañas;
Tú que empuñas el Revólver, lames/masticas la Soga;
Tú que aras la breña pensada yerma:
Dinos pues… ¿qué de INFIERNO hay en la Verdad, qué de PARAÍSO hay en la Mentira?
Oh, respóndeme, Alan… ¿éstas palabras son armas de doble filo?
¿éste calvario, metafísico, se podrá enmascarar?
(¿quieres que te confiese mi verdad?)

No, claro que no

Me darán la espalda, ¡lo sé…
A cuántos he dejado atrás…
En el fondo soy malo, ¡lo sé…
A cuántos, a cuántos he dejado marchar…

Sí, claro que sí

Este continuo pensar: salpica: más
que una lágrima honda.
Siento como un Cristo me cae
en el alma.
Oído contra la madera: este ataúd
habla de más.
Ojalá me perdonen por todas mis
ausencias.

No, claro que no

No sucede de la noche a la mañana…
La culpa, la culpa no nos deja mentir…
Ya mis versos son crepitaciones bajo el agua…
De piedra, de piedra se nos torna el latir…

Oh Mercy

Llévate lejos mi guitarra…
No dejes que me vea así…
Mas ella me ha visto sin mi alma…
Pero nunca, nunca así…

Oh ¡aléjate!, hermana mía, ¡aléjate…
Que te veo conspirando con tu oz…
Sé que piensas que la Muerte llega tarde…
¡Tú que alojas una alondra en tu voz…

“La muerte, a todos nos llega tarde y por igual”
Ah, pero ¡¿qué no ves MI DOLOR?!
¡¿Qué no ves los pozos que van dejando mis pisadas,
cada vez más, más alejados de DIOS?!

(¿Quiénes colmarán dichos pozos?
¿Quiénes serán los bienaventurados?)

no sabes decir la verdad

Pero si ya me has visto llorar con la cara empapada de sol, llorar
con una sonrisa despierta… ya me has visto,
ya me has visto articular los comodines,
traicionarme sin reparo, medicarme para que la comedia continúe,
para que no estalle en falsedades, para que no reincida
en el diálogo espectral!

Ya me has visto con otros ojos en mis ojos…
Ya me has visto en el seno de lo vivo…
¡Y he tratado… ¡he querido… ya nada tiene el encanto del principio…
Y AQUÍ me ves…: no puedo apretar el gatillo… ¡no puedo
soltar la hoja en blanco, renunciar a las palabras de este mundo…

(El rombo de las pupilas dilatadas no para de preguntar la hora…)

Oh Mercy

Lánzame un cigarrillo, ¿puedes?; ¿tienes fuego?; ven, siéntate a mi lado, deja a un lado la autodefensa, la insensibilidad a flor de agua; estate atenta, cuando sea ya de noche, y el Rayo Rebelde, se tropiece, desde el Empíreo; […]; ¡ya!: observa, cómo acontece el Devenir; observa, cómo la manada de pechos acorralan a su presa; observa, cómo dan caza a la serpiente y cómo siendo esta inocente con aleluyas la queman; sus crematorios… observa, cómo órgano a órgano deshojan a las estrellas; observa, he ahí la Ciudad del Cada Uno, he ahí la Desilusión, he ahí el Cáncer de este Mundo, he ahí/he aquí la Soledad Infinita; observad, la lluvia que nos llora, ¡no por lástima, no por pena!, sino por lo que se nos avecina, AQUELLO QUE NO TIENE CABIDA en la imaginación de un altísimo, en la amnesia que se nos fue heredada a nosotros, nosotros: descendientes de los últimos hombres, los primeros nadies; observad, ¡no es un ángel aquel que sostiene la trompa del ESCATÓN!, sino un hombre, un hombre anciano, el último de su especie; observad, su mirada, mirada más gris que el gris de todo luto, de toda pérdida hermana; observad, su pecho, la ausencia de latido en su pétreo pecho; observad, sus pies, sus rollizos pies, que no encontraron letargo alguno, oasis alguno; observad, su barba, su enredada barba polícroma como el Arcoíris, pero de qué sirve la vasta sapiencia de unos ojos TAN, pero TAN tristes; observad, sus manos, ¡cómo tiemblan!, mas no es que pese la cornucopia, no es que pese el Deber, ¡pesa la Nostalgia, pesa el Pasado!; observad, al último de los suyos, que habla consigo mismo, que habla la lengua de los cuervos, que ha olvidado cómo parpadear, que es hembra y a la vez varón y a la vez no es nada; observad, al Destructor de Mundos, en la cúspide del Progreso, encorvado, dedos largos, canoso, sin cejas, dientes postizos, tatuado de números; ¡observad, observad, observa…

ya sin voz

estertores

cenicero de lágrimas

Oh Mercy
No llueve, pero llueve…
cual campana, sangrante…
¿ya es demasiado tarde?

cuesco por cuesco, nos saló el dolor

Sí, hace un dolor desde hace tiempo…
No llueve, pero llueve… cual poniente, entrante…
¡Mis ojos! las yemas de mis ojos…
Se dejan llorar, ¡sí!, se dejan llorar por todo…

¿te traigo un café? ¿un vaso vacío?

No, no hace falta que te acerques, que te acuestes en mi ausencia…
Éstas palabras, éstos suspiros que empañan el balcón de la mirada,
ya son sentencias: cartas a la espera de mi extravío…
¡Yo sé que la espera ensordece…: escribir: cómo te arrastras
por el ungüento…

“Alguien viene,
han de ser los Nadies”

La soga, la tiráis… cual mártir, aterriza…
Soga: alguna vez la usé de collar, ostentosamente…
Soga: serpiente, de sangre yerma, como el Nihilismo, como el
tatuaje que me da ¿nombre?, no sé…

perífrasis crónica

Te abro mi pecho:
¿puedes ver… cómo Lucy está enroscada en mi sacro…
¡cómo me articula… cómo mudo cuando ella se piensa mudar!? … ¿Puedes ver… cómo su mandíbula sostiene mi corazón
cómo, sin arrepentimiento, dentellea mi corazón
¡cómo su veneno anestesia la pasión por vivir…

luz

tenue pulsar

mangata

Oh Mercy
me llegan imágenes lejanas
transparencias arquetípicas
vanas correlaciones

Loto y desierto,
corrupción del oráculo.

Escarcha y caballo,
ciaboga del averno.

Polvo y letargo,
grifo del orbe.

Implícito Srivatsa
Irritación del tercer ojo

Me susurra Babel:

“Hay un nirvana que te espera, Arturo”

Digno o no, ¿quién es digno de la salvación?
Todos
Todos

Alguien esparcirá estos versos improvisados
si es que esto mana hondo

Alguien me irá a buscar en un sueño amado
si es que esto cala hondo

Me susurra Schopenhauer:

“Hay un silencio que te espera, Arturo”

Digno o no, ¿quién es digno de tanta quietud?
Todos
Todos

no dejo de llorar hasta vomitar

No llores más, ven
te daré pecho, nunca es tarde
no soy tu madre, pero te amo como un hijo
esta tumba: nombre no tiene, apellido no tiene,
hora de nacimiento no tiene…
aún no es tu hora, la hoja en blanco te piensa
a todas horas te piensa
lo que sea que yo escriba en el papel
también
se escribe
en mi alma
¡TODO ESTO
¡TODO ESTO
¿Indicios de una vanguardia del dolor?
¿Valdrá la pena?
Oh poeta erial
recuerda el lamento de los tuyos
haz de tu poesía un jardín
un cúbico hermetismo
una nación para todas y todos
donde todo pueda ser
donde todo llegue a ser
donde no haya que escribir
sólo porque la Selección Natural
de los Impares
lo dictamine así

¡Oh Mercy…
ya puedes dejar ir

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