Fría es la conciencia en el funeral
de la verdad y cálida es la sangre
en el tormento perpetuo.
El cielo rubescente muere de
desolación,
ondas expansivas asesinan
a la humanidad y,
el sendero luminoso espanta
a la paz.
Las pieles inocentes se esparcen
en la mortandad en un mundo
ciego saturado de vanidad.
¿Quiénes recogerán los huesos secos
que no florecen en las ruinas
de la extinta libertad?
¿Dónde estarán las sonrisas
curvas de los párvulos que la
guerra embauló?
La desesperanza abate las luchas
de los pueblos por las causas justas.
El valle de los huesos secos
rinde honor a la barbarie
y acelera el fin de los tiempos.
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Buenos versos
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Miguel, gracias por la lectura y la valoración 
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Qué buen poema, Raúl.
Destaco estos versos…
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Gran poema, compañero!
Buenos días por aquí.
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Buen día estimada María, celebro con un buen cafecito su grato mensaje
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