Ese día el cielo se encontraba nublado, yo me encontraba como de costumbre avanzando en mi tesis doctoral, la noche anterior estuve inquieta y no había pegado el ojo, por lo que tenía una enorme taza de café recién preparado y el olor inundaba el estudio, cuando de repente, sonó el timbre de la puerta, me sobresalté un poco debido a que no estaba esperando ninguna visita, salí y la sorpresa fue mayúscula al ver a uno de mis colegas del campus, más bien un gran amigo de muchos años, pero que por las ocupaciones de cada uno, solemos saludarnos de vez en cuando cuando coincidimos en algún evento de la Universidad o nos encontramos en los pasillos.
-Qué grata sorpresa Mark- esbocé una sonrisa y lo invité a pasar.
Desde el año pasado que fue el velorio de Andrew no nos veíamos, recuerdo que él me abrazó muy fuerte y me dijo “Aquí estoy, cuentas conmigo” y cuando me veía llorar en mi oficina él simplemente me abrazaba y decía " Ojalá pudiera hacer algo para quitarte esa tristeza".
-Cassey, debes salir más- me decía.
-Si, Mark lo haré.
En realidad, ambos sabíamos que decía mentiras, que necesitaba tiempo y estar sola me ayudaría a ver las cosas con claridad, Mark mi amigo por más de tres décadas no sabía la culpa que carcomía mi alma por haber engañado a Andrew, él pensaba (como el resto) que mi pena era por su muerte y sí, en parte se trataba de esa razón, pero también la de haber caído en los brazos de Ian.
“Yo en una relación con un alumno, que pensaría Mark, que me tiene en un pedestal, él no puede enterarse”.
Tenía un par de semanas que Mark y yo habíamos estado hablando y quedó de pasar un día a saludar, por ello,esa mañana me alegro enormemente su visita.
-¿Cómo has estado Cassey? Disculpa que no te haya visitado antes pero quería darte tiempo para reponerte, sabes que de alguna u otra manera he estado al pendiente de ti.
-Lo sé, no te preocupes- le decía mientras le servía un poco de café.
-Anda, acompáñame con un poco.-
Entre sorbo y sorbo, nos reíamos mientras recordábamos nuestras aventuras de adolescentes, las tardes de películas en casa de los padres de Mark, los juegos de voleibol y las horas que cubrimos extra en un servicio social de la presidencia municipal la cual consistía en hacer encuestas a todos los habitantes casa por casa; normalmente por las tardes, después de salir del Colegio por lo que resultaba cansado, así que teníamos una regla de los “10” al tocar la puerta contábamos del uno al diez y si no salía nadie, nosotros nos intercambiamos las encuestas y las llenábamos para cumplir con nuestro servicio.
De repente, con un movimiento de mi brazo tiré la taza y esta se derramó encima de su camisa.
-Perdón-
Me levanté enseguida y corrí a la cocina para buscar una servilleta y ayudarle a limpiarse pero al dar la vuelta ví a Mark, estaba dentro de la cocina lo más despreocupado y con una mirada que no le conocía.
-¿Hace cuánto tiempo que nos conocemos?- preguntó en un tono serio e inquietante
-Muchos años Mark, ¿Por?
Él se puso muy cerca de mí y en unos segundos me tenía acorralada contra la pared de la cocina, mientras una de sus manos resbalaba bajo mi blusa buscando mi espalda y la otra acariciaba mi mejilla, fue una acción que me sobresaltó y me tomó por sorpresa.
-Mark, ¿Qué haces?-
-Lo que debí haber hecho hace años- Contestó en un tono de absoluta seguridad y confianza en sí mismo.
Mi gesto fue de total asombro y en un tono de picardía le dije.
-Sí, ¿Qué es?
Su mano subió de mi espalda y se perdió entre el rizado de mi cabello, mientras volteaba mi rostro hacia él y en un instante sus labios se acercaron a los míos robándome un tierno beso al cual yo correspondí.
-¿No me preguntas desde hace cuántos años había querido besarte?-
-¿Desde hace cuánto?- pregunté con la sonrisa más tierna posible.
-Desde que nos presentaron en la High School, hace treinta años.- Contestó mientras su nariz rozaba tiernamente la mía.
-Cassey, sé que has pasado por muchas cosas, pero debes darte la oportunidad de seguir.-
-Eso he tratado- refutaba, mientras dejaba que sus brazos rodearán fuertemente mi cintura, impidiendo moverme, en tanto, mis manos colgaban de su nuca y coquetamente le regalaba otro beso mientras le preguntaba:
-¿Y dime, valió la pena esperar tanto?-
-Cass, valió la pena, valió la pena esperar cada año, cada día, cada maldito segundo por este beso.
…
Relato dedicado a Mark quién fue la inspiración para este relato!! Hoy en su cumpleaños 46 y al que conozco … hace … treinta años!!!