Unos latidos

Unos latidos
un tanto enloquecidos
te precedieron.

Te vi venir
y entonces mis sentidos
se dispararon.

Quería verte,
estar junto a tu lado,
charlar contigo.

Y ¡cómo no!,
tenerte entre mis brazos
un largo rato.

Eran deseos
de un loco pensamiento
enamorado.

Pero llegaste
y hablamos de mil cosas
intrascendentes.

Era consciente
del tiempo, y que corría
contra nosotros.

Pero mis brazos,
nerviosos e infantiles,
no te abrazaron.

Mientras mis labios
cargados de palabras,
no te besaban.

Y allí quedé,
plantado en la alameda,
junto a mis sueños.

Rafael Sánchez Ortega ©
05/10/22

1 me gusta