Unos amantes

Entre nosotros
no hay nada más que libertad
eso decís
cuando me pedís que me deje la barba
y me corte el cabello,
aunque negociando
te olvidas del cabello
pero no transiges con la barba.

Al abandonar la casa a medianoche
celebras que el apartamento
de enfrente esté vacío,
así nadie sabrá que viniste a verme
únicamente seremos dos sombras silenciosas
contempladas por la luna,
mientras nos besamos en la acera
y te marchas
dejando detrás una ardiente
huella de estrellas.

Entonces regreso a mis aposentos
y odio mi espacio,
porque estuviste allí hace un instante
y no me basta con tu recuerdo,
te quiero en carne y hueso,
desnuda y con el pelo desordenado
confundidos entre las sábanas.

Los platos siguen sucios en la cocina,
olvidaste tus sonrisas sobre el sofá,
pero no es suficiente
te quiero completa en carne y hueso
apoyada tu cabeza
sobre los libros que leeremos
en las pausas que nos deja el amor,
toda la poesía que amas
pero desconoces,
hasta que te entra por las venas
cuando mi voz se hunde entre tus labios.

Entre nosotros no hay más que libertad
eso decís
mientras desciendes las gradas
y me das la espalda.

Pero entonces yo escojo dormir sobre el piso
y respetar la cama,
ese templo sagrado donde hace un momento
dos corazones ardieron irremediablemente,
mientras afuera la luna
se reflejaba sobre las flores del parque,
y el apartamento de enfrente
continuaba vacío.

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