Nació a sotavento,
pero fue debajo del puente.
Las piedras de escalabrarse a cientos
aprendió a usarlas como juguetes.
Sólo le quiso el perro.
Con el compartió la piltre cama
la bacinilla del agua
y todos los alimentos
Pero a él le gustaba
contar todas las estrellas
y a su amigo contar las ratas.
Cada uno con sus quimeras.
Un día el destino
jugó o no, a separarlos.
En la misma hoja del libro
el mismo día los apuntaron
Quedaron los dos tendidos
sobre la misma piedra.
Dicen que aún se oye algún ladrido
cuando se ve el guiño de una estrella.
Pixabay/FreeImages