Si ella fuera alguien más
en este mundo de ignorantes
hubiéramos perdido un gran tesoro,
de esos que no guardan ni joyas ni oro,
sino algo mucho más valioso.
Pues ella pertenece a otra realidad
en la que no destacan los mejores,
sino los que se esfuerzan por brillar
sin adornos o artificios
que eclipsen su yo original.
Más de una vez creyó encontrar su felicidad,
mas solo eran falsas ilusiones
con las que ella estaba harta de lidiar
Derrotada, sin saber qué hacer
se subió al último tren
con la esperanza de no poder regresar
y encontrar algo de paz.
Sopló un viento cálido.
Abrió los ojos, sintió mi tacto.
Cogió mi mano.
Sonrió.
Volvió la luz a sus ojos
y nunca se marchó.
Estuvo siempre ahí,
hasta mi final,
cuando al fin dejó de ser incapaz
de besarme, de volver a llorar.