Una proposición indecente

solían llamarme Nube
por todas las que tenía
en la cabeza y no entendía
como sonaban a reprimenda
o eran posibles
si nublaban las ideas
y no dejaban una carretera
libre para evitar accidentes
de pensamiento
y de palabra,
aprendí a no ver mi reflejo en ellas
y quizá ignorarlas
o saber navegar entre tanta bruma
y apagar el sol que habita en mí
de vez en cuando
al escribir sobre el arte
de no vivir;
no existe mayor talento
que ese.

se ha ido y ha dejado
de hacer ruido,
no ha sido la gravilla
contra las ruedas
y el asfalto,
no ha sido el murmullo
sin expresión en las bocas
ajenas y en las bocas
de metro,
no ha sido el tacón
atrapado en las rejillas de ventilación
en Gran Vía
o el agua que no sabe caer
y se condensa en coágulos
de aire y frío
hasta ser blancos
sencillos que debilitan
lo que queda de cielo;
no he sido yo,
si es eso lo que te estás
preguntando.

se ha ido y no va a volver
por el momento,
también he perdido la cuenta
de los días que lleva fuera
y no lo veo,
se ha ido y no ha vuelto
y aún no he sido capaz
de darle un nombre;
vivo en un Groenlandia constante
en donde la luz se pone y los meses
ocurren en una oscuridad temprana
y crepuscular,
prescribo la felicidad
como medicina moderna
y ni siquiera soy alquimista
de mis propias heridas.

se ha escapado de mi aura
el arte de vivir sin morir en vida
como una pintura minimalista
que resulta complicada
en pequeñas dosis,
he olvidado recogerlo del asiento
trasero del bus
y ahora no siento como antes;
he perdido algo y no tengo a dónde ir
para encontrarlo y gritar en mi cabeza
ya no sirve.

todo está bien
y eso significa problemas,
puse el inconformismo de moda
y está comenzando a ser la prenda
que escondes de las estaciones
alegres,
añoro algo que quizá nunca tuve,
la incertidumbre constante
de buscar la pieza de madera
que encaje
con un mosaico de mil cristales
porque nunca he necesitado
tanto algo que no conozco;
la mitad de mí
no es la misma de ayer,
nada es como antes
desde tiempos inconvenientes.

no sé es mi respuesta favorita
porque no sé lo que quiero
es mi modo de vivir sin vivir;
muchas veces quiero huir
y quedarme en el lugar
donde no sea nadie,
dónde haya lluvia
y el verde predomine
en las fachadas,
donde pueda vivir
de la economía local
de las cafeterías
en tardes de tormentas
y las casas
estén derruidas por abandonos
del hogar hacia una ciudad mejor.

he gritado
y llorado
y arrancado la pared
a puñetazos con la esperanza
de que alguien baje
y timbre tan fuerte que se queme
porque ya no quede nada
por lo que permanecer
y me grite a los ojos
la verdad que yo no encuentro.

estoy tan quieta como puedo,
sin cruzar las piernas
ni alzar la mano para comprobar
si he vuelto a enredar las cuerdas vocales
alrededor de un corazón que derriba
una caja torácica
como una puerta sin miramientos,
haciendo una proposición indecente
a mi vida
a cambio de que me explique
que está sucediendo.

Inspirado por “I’m Full”, de Wallows.

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