Una mirada

Una mirada
buscaba entre tus labios
cada mañana.

Si la encontraba
sentía que los cielos
me sonreían.

No era lo mismo
mirar por la ventana
sin tu sonrisa.

Y es que sin duda
la misma contagiaba
y me animaba.

Algo tenía
tu rostro inmaculado
que subyugaba.

Era ternura,
caricias encubiertas
y sencillez.

Pero en tus labios
el beso y el reproche
se conjugaban.

Tantos consejos
de madre preocupada
fueron vitales.

Y es que tú fuiste
bastión y referencia
de aquella infancia.

Hoy, que no existes,
ansío tu figura
porque te extraño.

Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/23

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