Vacía de euforia.
Llena de silencio, que me reconforta.
Ausente en mí.
Presente en todo lo que me rodea.
Calma que me invade y me llena de aire.
Prisa que no tengo, porque decidí poner la pausa.
Y abro la puerta, para salir a buscar la luna.
Y contemplo la hermosura de la noche.
Noche que borda mi corazón de estrellas.
Y cierro mis ojos, pero no hay oscuridad.
Porque la luna derrama su luz y me muestra las flores que crecen entre la hierba.
Hierba que tocan mis pies, frescor que invade mi cuerpo de escalofríos.
Y oigo el murmullo de los que aún no duermen.
Y me doy cuenta que la noche es inmensa y que no me pertenece.
Que también es de otros.
Pero no importa.
Porque solo quiero verla cada vez que el sol se aleje.
Solo quiero anotar en mi calendario, una luna más de vida.
Solo eso…
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Fascinante trasfondo silenofilico nos regalas en tu argumento vestido de estética y sentimiento.—aplauso.
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Me gusta mucho el poema, sobre todo estos versos que cito y los versos finales.
Un abrazo, Mª Ángeles
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Muy inspirador y hermoso poema. Saludos cordiales.
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Lo que importa es el camino, sin prisa. Bonito poema. Saludos.
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Bellos versos, poeta!!!
“Y me doy cuenta que la noche es inmensa y que no me pertenece.
Que también es de otros.
Pero no importa.”
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Precioso poema lleno de vida!
Abrazos, María Ángeles!
Muchas gracias Maria!!
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Muchas gracias Magdalena
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