La vida es carrera.
Al principio corren
nuestros padres,
nacer es la meta.
No bien tomar
nuestro primer aliento,
el pecho es la meta.
Corremos luego
sin saber caminar;
usando ya los pies,
buscamos el reposo
de la adultez completa.
No dura el alivio.
La pista nos lleva
hacia el amor,
que gesta y crea.
Ahí no termina:
debemos correr
hasta que las piernas se curven
y la espalda se encoja.
Correr y llegar primero
a la meta final
antes que la muerte gane.
La meta final es
lo que llamamos “ser feliz”,
y está hecha de vapor.