Con el espinazo del alma,
así penetro en la huida de encontrarme en la palabra
para pasear desnudo entre la miel y la hiel…
una meta que se olvida de reconocer laureles.
Nadie vence ni es vencido…
cara a cara, se permiten los latidos,
hay perseidas que se cansan y abandonan
en el último momento
sin aprender del ocaso, paso a paso.
En una curva cerrada, peligrosa en soledad…
reducimos para preservar al miedo
ante la voz del silencio y la lluvia,
eje central en el surco nos dedica algunos trinos.
Volvemos a cada instante, nos notamos…
Manamos sin darnos cuenta,
tal vez no cuadren las sumas
pero no entiendo las restas…
Todo y nada, el menú de la conciencia
saboreado despacio, cruje el interno habitante
de sentirnos un instante
eternos en la palabra…así vienen estos versos…
y al universo se van…
Vaya lirismo espectacular el tuyo. Siempre admirable.
Me parece que tu poema indaga en la autenticidad personal mediante las palabras, usando el espinazo del alma para explorar la dualidad entre la miel y la hiel.
En tu narrativa diría yo que se abraza la ambigüedad de la vida, donde los latidos coexisten sin vencedores. La metáfora de las perseidas, que se cansan y abandonan sin aprender del ocaso, podría querer reflejar la efímera naturaleza de ciertos momentos.
Tu pluma aquí parece concluir con una reflexión sobre la eternidad intrínseca a la palabra y la fugacidad de estos versos en el vasto universo.
Me gusta cada verso, Pedro.
Un viaje que transcurre creando sensaciones de lo que es la vida, del escribir, de latidos y soledad, de silencios y lluvias, y de algunos trinos.
Hoy me quedaré aquí…