Desborda la pasión en invierno
a lomos del tiempo rumbo a la primavera,
en sus manos la luz de Prometeo
inunda de calidez los días de espera;
poco es visible por el humano,
la ignorancia, su condena;
ansía tocar el cielo con los dedos
mas el mundo terrenal es su celda.
Cabalgan los dioses hacia un nuevo alba
asistidos por querubines sometidos
que cubren de blanco su huida,
sonríen al pasar, saludan a sus siervos
mientras lucen una sonrisa, a todas luces, fingida;
son leyenda para ellos,
divinidad tan a la ligera concedida
impunes herederos de un trono maldito
que permanece vacío desde el primero de los días.
Dioses y humanos,
pugnan por una verdad durante siglos ignorada,
unos buscan asaltar el cielo,
los otros, la inmortalidad en unos corazones
que acuden a ellos cuando todo lo que les queda
es nada.