Surge una efímera ave en la silueta de un fósforo,
abroquelada en la cavilación de mis días.
Aquellos días que restan por ahuyentar
las canas de mis abismos.
Pienso, releyendo, aguantando un sismo,
en el latón de mis silencios, como si fuese un arlequín,
el alma de un higo…
Pienso y sigo releyendo, busco reencontrarme.
Hay crucigramas que no son de papel,
y vientos que no son del norte de mi imaginación.
Tres días caminé y planeé soltar mi aguerrido caballo
de tres cabezas en esa mínima plegaria para vencer…
Y aún no regresa, aún tengo un ábaco de colores haciendo
cuentas de la lluvia que también falta por regresar.
Pienso, y luego recito lo que ya encontré
lo que no imaginaba hallar. Un niño en blanco y negro.
“Pienso, releyendo, aguantando un sismo,
en el latón de mis silencios, como si fuese un arlequín,
el alma de un higo…
Pienso y sigo releyendo, busco reencontrarme.”