La luz antigua que acaece en los accidentes de Grecia —léase: lugares; sitios— tiene de por sí un matiz distinto… algo ‘enañejante’ tiene el Sol cuando se ‘crepuscula’ sobre esta mítica ciudad.
Grecia huele a algo parecido a papiro ‘empergaminado’ lubricado con cera de oscura almizclosa.
Viendo ahora la solemne quietud con que, reposadas, se ‘pedestran’ las incólumes Cariátides, uno llegaría a pensar que si, pasamos un prolongado tiempo obnubilándonos sobre la amarillescente Acrópolis, al deleitarnos en la belleza de las indiferentes estatuas —sin darte cuenta— terminaríamos ‘lapidificándonos’ al convertirnos en una de ellas… Sí, víctimas de su tenue efecto medúsico.
Siempre he pensado que Grecia es un país mármaro, calicantado a pedazos, buscando en la pose, una bella forma… de alabastrada piel casi membránica como los pétalos de una rosa pétrea en su transparencia velada, en cera nefélica… veteada a veces de azuladas venas pentélicas como el mármol mismo.
Eso es Grecia: un corazón de piedra que apenas late, mientras se va hundiendo en el mediterráneado mar que lo ensalobrese todo -
Chane García.
@ChaneGarcia
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Imagen tomada de un post publicado en Instagram del usuario: global_archaeology