Era una noche cerrada. En el ambiente flotaba un halo de misterio.
Se filtraba una tenue luz por un resquicio de la ventana que le daba a la habitación sombras difusas.
En la piel se sentía una extraña sensación de alerta como cuando algo no anda bien.
El Gordo maullaba sin cesar y Martita ladraba con fuerza hasta donde se lo permitía su garganta.
Era hora de apartar los miedos y con valentía había que averiguar que sucedía.
El patio estaba en penumbras, un encendido de luz demostró que no había nadie, por lo menos no una aparente figura física, sin embargo el Gordo y Martita continuaban muy inquietos.
La piel erizada daba cuentas de una presencia y esa terrible impresión de que alguien te mira a hurtadillas.
En el tejado se escuchaban pasos silenciosos, leves, cuidadosos.
Esa noche trató de convencerse de que su imaginación le jugaba una mala pasada porque eran las tres de la mañana, pero en realidad
El Gordo y Martita la protegieron de algún intruso en el tejado.
Que bello e intuitivo relato, los dos al unísono prediciendo el peligro, ellos si que tienen un sexto sentido, dos perlas la Martita y el Gordo, vaya una pareja de vigilantes además de preciosos y fotógenicos, amiga!!! Abrazos!!!
Martita es el propio perro guardián, aunque es súper pacífica, es hermosa, y el gordo (que ya no está entre nosotros) era un gato tranquilo y pacifico también, y eimy es hermosa pero mal humorada jajaja, por eso cuando ellos se alertan es porque pasa algo, eso sucedió en capital hace como 4 años, esa era una buena zona tranquila y segura pero algo no andaba bien ese día.
Les envío a las tres mí abrazo grande y navideño
La verdad no gozamos, por lo menos no ese día ni al siguiente, porque yo estaba asustadisima y Martita y el gordo “arrechisimos” , fue una extraña noche . Abrazos navideños con amor