Un día perfecto

Cómo sería un día perfecto,
cualquiera que sea de la semana.
Tal vez uno en el que me vea
despertando con ese olor a mañana
que reúne todos los sabores del día
y luego, salir a caminar por la ciudad
para recoger todas las miradas
y dejar todos los saludos,
llevando un libro en la mochila,
con zapatillas, jean y una polera,
sin tener que averiguar lo que me queda
o lo que se pone la gente que me mira.
Trabajar, sí, cuantas horas pueda,
en cambiar la vida de la gente,
escribiendo y otra vez escribiendo,
y compartiendo con mis estudiantes
en todos los espacios posibles,
conocimientos, emociones y experiencias,
antes que solo frías competencias.
Al mediodía, buscar un templo del sabor
para disfrutar lo que abunda en esta tierra
en la que se vive para degustar la vida,
y volver a casa para consumar la tarde
con una breve siesta, si cabe,
de la que saldré renovado,
volviendo a sentarme a escribir,
sin horarios, sin plazos ni esquemas,
entregado a lo que me requiera,
solo dejando que las palabras fluyan
de mi circunstancia a mi complacencia,
compartiendo las horas familiares.
Y cuando llegue la noche,
no dormir, sino solo esperar
que se prolongue el día
en mi mundo de luz artificial,
para ir más allá de la oscuridad,
y para correrme del tiempo
que todo lo agota.
Eterna ilusión, la de una vida
que no quiere tener capítulo final.

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Ai, sí… :heart: :heart:!!

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Gracias por tus palabras poeta. Saludos

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Te agradezco el comentario poeta. Saludos.

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