Veo tus ojos en las olas
y me quedo perdida en esa mirada . . .
(Tus dedos acarician mi espalda) (. . .)
Las espadas son de cristal y el filo me afila el corazón de plomo.
Las entrañas de oro y esa pluma silbante del viento del Holocausto,
de ese funeral invasivo,
de palabras inertes.
Me arrastran por las olas de plata y esos ojos tumbados en polillas nocturnas que un soplo las bota en la acera.
Mariposas de papel adornan mi tumba
con las manos sucias
bañadas de locura.
Afílame los ojos
marionetas criminales.
Afílame la lengua
que me arde.
Me quemo en el vacío
de aquellas palabras muertas
de un beso nocturno que nunca llega.
Y me quedo sin ropa
a pasos del abismo
caminando desnuda entre tus olas y mis montañas.
Castígame la vida
y llena mis vasos vacíos de locura.
Mis lágrimas cosechan las nubes.
Mis manos, mis manos…
De plomo y arena,
de marea y sal.
Mis lágrimas sangran
mi piel seca
inertes palabras enterradas en la arena.
El vestido dorado
viste mi cuerpo en un día nublado.
Bajo las olas
sirenas en un mundo agónico.
El sol blanco
rayos de ira.
Ya no existe nada, todo me parece mentira.