Miro a tus ojos
y veo en ellos, contenido,
el brillo de mi alma iluminada,
porque nada me conmueve como tú.
Ahora es tu pálida mano
La que roza mi piel,
menos triste a tu caricia.
Tu boca hendida
dice en el aire
¨Eres tú¨.
Labios que, al modo
de una fruta ruborizada,
prenden los míos
más allá del fervor.
El collar en tu cuello es lluvia,
detenida en cristal.
Y paro aquí,
porque esto ya es entre tú y yo.