Al verte a lo lejos dije…
oh sí eres, ¡eres tú!,
sin lugar a equivocación
que por fin, inevitable,
es… esta vez, conocernos.
De repente pienso
¿verdad o ilusión?
Entonces…
vuelvo y miro…
y observo que,
la mirada que se posa
al lado contrario,
decide regresar…
y al verte de nuevo
a lo lejos, me dije…
¡oh sí… eres…, eres tú…!
que por fin conocernos
esta vez es inevitable…
Una sonrisa pícara y penosa
al mismo tiempo brota,
sin poder disimular la mirada,
que brilla ansiosa, ¡por fin…!;
se resguarda en la seriedad
de mi rostro que intento proyectar
y en todo caso con simpatía,
se implanta haciendo de cuenta
como si no pasara nada,
¿o tal vez huir deba? ¿Y hacerlo?
el ego que me lacera y vulnera
con un raudal de frases,
que como dagas
lanza sin piedad
y me atraviesan…
me hacen por un momento,
pensar en desertar,
de aquella cita con el destino
que ya lleva un año de andar
aplazando y aplazando…
recapacito y me digo ¿cómo?
¿cómo es que dices? ¿Ahhhh?
y yo misma que me respondo
¡no… nada!, nada he dicho,
y es que ya no hay forma de escapar,
cuando me dices que corra
que huya, al fin y al cabo no te conoce,
es solo darte vuelta y regresar,
pero para dónde quieres ir si al fin
y al cabo por aquí es el camino,
¿además quieres irte?
Pues, que ya te vio,
así que nada que hacer…
¿si me habrá reconocido?
que sí, que ya te vio, ahhhhh
ok, ni modos, seguiré adelante
recostada en el vaivén
del encuentro casual que parece ser,
este, el de la primera vez.
Continúo dirigiéndome hacia ti
como ternero al degolladero,
¿pero porque tanto miedo?
¿miedo a qué?
Y pues sí, sí es miedo,
miedo a que seas como
todos los anteriores,
como todos los que conozco,
esos que me han hecho creer
que el amor no existe en ellos,
esos que sin piedad me lastimaron
y a veces aun, lo siguen haciendo,
es que no sé porque sigo
entregando mi poder a ellos,
sin embargo el miedo sigue yaciendo
como una sombra que no se despega
y que aunque no es mía,
se ha quedado enganchada a mi
como si fuera mi propia sombra
que se alimenta de mi miedo y dolor;
entonces te veo y no quisiera tu imagen
se enredara con todo esto…
que seas parte o que termines siéndolo,
ese es el miedo…
por eso quiero huir, pero ya ni modos,
ahí estas, y ahí estoy yo,
frente a frente con un saludo inicia
lo que ya había iniciado hace tanto,
las miradas que hablan, se dicen mucho
mientras las palabras también van andando.
Un helado cómplice manifiesto
se derrite, celestino de mi mirada esquiva,
que se escuda distraída perfecta,
que parece arraigarse,
clavarse descuidadamente
pero segura en aquellas gotas,
que recorren el camino
que le lleva cuesta abajo,
de un cono, dulce recipiente,
cual crujiente, el que lo contiene,
es quien evade las miradas,
como actor o protagonista
que justificada en él se posa,
cuando atisban aquellos mis ojos
mientras buscas conectar e investigar
también miras al culpable
para justificar la realidad
de lo que mis ojos divisan.
Ayer cuando me sumergí en esa mirada
y observe como te sumergías en la mía
queriendo esquivar y librarme,
mientras me observas cuidadosamente
buscando indagar más y más
adentrarse y saber…
más de lo que mis palabras
que como ametrallas
te contaban de mi vida,
de mi forma de ser, de mí…
de mi pasión por la palabra,
de como me siento plácidamente
en ella sin dejarme desplazar
mientras tus ojos las seguían,
intentando vas tomando
el hilo de mis palabras
sumergiéndote en los cristales de mis ojos
que a veces esquivos se convertían,
y mientras las palabras musicalizan
cuando las miradas se ahondan
las unas entre las otras…
nos decimos más
desnudando así el alma,
que pues desnuda se encuentra
detrás de esos ventanales.
Entonces aquella…
que no quería ser descubierta,
arisca baja la mirada
intentando resguardarse
en el estupor de sus pestañas,
que gachas intentan poner un muro
que aunque no es tan grande ni grueso
hace el quite en un ole de miradas
que va y vienen en esas largas
e interminables conversaciones
que más parecen un monólogo
desbocado con el único fin de liberarse
en el querer ser escuchada,
comprendida y finalmente amada,
pero que descubierta no quiere ser
sobre esa chispa que emerge,
el rayo de cupido haciendo estragos
y que aunque es evidente… ella prefiere
no dar rienda suelta a sus emociones
no quiere caer en el engaño
de sus propios actos
en los que ha caído tantas veces
y ha salido fortalecida
o llena de conocimiento
que se fundamenta
en el dolor y el sufrimiento
a los que sus actos la llevaron,
ignorante hipnotizada,
por el encanto del amor…
entonces al final después de tanto huir
como liebre sucumbo en tu mirada…
y dejo de escapar
para hablar en continuidad con mi boca
y mis ojos diálogos tan diferentes
y cada uno tan coordinado,
mientras las palabras que salen,
fluyen con tranquilidad,
sin equivocarse, distraerse o confundirse,
nuestras miradas inician una danza
exquisita y autónoma de tertulias
tan concretas y dicientes…
conversación o murmullo
y en esa sincronicidad intensa de charlas,
de repente tu mirada se escapa
posándose en mis labios,
señal aún más explícita y exacta
de lo que quiere decir
un mensaje contundente,
que aún no sé si fue correspondido
más ya al finalizar el interminable dialogo
un deseo inquieto aflora
y se convierte en una solicitud
determinada y hasta implícita,
diciendo con la mayor tranquilidad, ¡ella…!
se me ha antojado algo…
que quisiera en este momento;
entonces atrevida y segura digo…
¿es posible darte un beso?
una dulce solicitud
a la que con el mayor gusto
y sin duda alguna, él concurrió.