Trashumando ( A Miguel Hernández)

Trashuma el mes de abril, y las ovejas,
son hieráticas sombras del paisaje
que abrigan con sus lanas y madejas
los desnudos apriscos del paraje.

Lleva el niño cabrero ropas viejas
y un talego cargado de coraje,
el hambre como su único equipaje,
y un silbo donde liban las abejas.

La vida del zagal es un bifronte:
el verso oculto en el oculto monte,
o estrofas en praderas sol y granas.

Pero el niño pastor en su fortuna
dormirá a las estrellas de una en una
con los versos dolientes de las nanas.

10 Me gusta

Ahhhhhh, por favor, qué ternura para decir una realidad tan amarga.

Me han emocionado muchísimo tus letras, gracias por ello.
Un abrazo.

1 me gusta

Ahh que bello paisaje bucólico!!!, entre tus versos reflejando el de nuestro cabrero y excelso poeta!!!:clap::clap::clap:

1 me gusta

Un poema de gran sensibilidad, que refleja con mucho arte poético los avatares de los niños trashumadores…
Me encantó el poema, amigo Pepe
Abrazos

1 me gusta

MIGUEL HERNÁNDEZ

Tan honesto consigo
mismo, Miguel Hernández el poeta,
frente no pudo hacer a ningún jeta
al verse acorralado por el cruel enemigo.

Fácil echó de menos la ayuda de un amigo
que igual le preparase la maleta
aunque no fuese la mejor receta
para huir del castigo.

Porque sus versos cantan a la vida
reclamando justicia para su mejor gloria
el peor escenario de la guerra,

donde la prepotencia se vio favorecida
por el curso macabro de la historia
a la que medio mundo como puede se aferra.

Mis saludos Pepe, buenos días y un fuerte abrazo

1 me gusta

Y a mi un comentario tan sentido como el tuyo
saludos y muchas gracias
Pepe

@Minada te quedo muy agradecido
saludos cordiales

1 me gusta

Mil gracias amigo Pedro, como no puedo dejarte un enlace te paso una breve reseña sobre Miguel Hernández:
Miguel Hernández nació el 30 de octubre del año 1910 en Orihuela (Alicante). Su padre, Miguel Hernández Sánchez, era tratante de ganado, y su madre, Concepción Gilabert Giner, se ocupaba de las tareas de la casa y del cuidado de sus cuatro hijos, Vicente, Elvira, Miguel y Encarnación.
La ocupación del padre en la compra-venta de cabras y ovejas permitió a la familia una vida sencilla y humilde, pero en ningún caso de necesidad. En la sierra oriolana, Miguel Hernández se inició en el oficio del pastoreo, ayudando en dicha tarea a su hermano Vicente.
En 1933 publica “Perito en Lunas”, que no obtiene el respaldo esperado, y a partir de 1934 visitará Madrid en varias ocasiones, hasta establecerse allí en 1935 en busca del reconocimiento que se le resiste, conocedor de que es en la capital donde se concentra la flor y nata de la literatura del momento. Ya había conocido con anterioridad a Federico García Lorca, e irá conociendo en la capital a Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, pero todavía arrastra la influencia católica de su amigo Sijé, y su producción literaria mantiene un marcado acento religioso. En otoño de ese mismo año inicia oficialmente sus relaciones con Josefina Manresa.
Miguel tuvo muy pocos años de formación escolar. A los 4 años, y durante seis meses, acudió a una guardería-escuela y a los 8 años logró entrar en las Escuelas del Ave María y a los 12 (curso 1923-24) en el colegio Santo Domingo, pero año y medio después (marzo de 1925) tuvo que abandonar el colegio por imperativo de su padre, para dedicarse entre otras labores, al oficio de pastor. No obstante, mantuvo a escondidas su interés por la lectura y la formación cultural, visitando con frecuencia la biblioteca del sacerdote Luis Almarcha, donde conoció y estudió a los clásicos.
Miguel estabiliza durante ese año su presencia en Madrid al conseguir trabajo en la edición de la enciclopedia “Los Toros”, que el empresario José María de Cossío prepara para Espasa-Calpe, y se adentra en la élite literaria de la Generación del 27 de la mano de Neruda y Aleixandre principalmente, que lo arropan como a un hermano menor. El poeta oriolano consolida su nueva personalidad al descubrir y asumir un nuevo mundo literario e ideológico. Rompe con sus creencias religiosas y evidencia su distanciamiento conceptual respecto de su amigo Sijé.

Escribe en esta época “Los hijos de la piedra”, influido por la estética del Grupo de Vallecas, y va madurando personal y literariamente en el marco de un entorno cultural que le cautiva. De hecho, la aparición del libro de Aleixandre “La destrucción o el amor” causa en Miguel un enorme impacto, y le da pie para adentrarse en uno de los grandes temas hernandianos, el amor. La suma de influjos, sobre todo de los clásicos religiosos, como San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, y también de Quevedo, así como de los contemporáneos, como el futuro premio Nobel Vicente Aleixandre, darán como resultado “El rayo que no cesa”, un conjunto de sonetos amorosos que constituye uno de los poemarios más bellos de la obra hernandiana.

El ambiente cultural de cambio hace mella en el poeta, y ello influye en un progresivo distanciamiento afectivo respecto de Josefina, al tiempo que se le relaciona con la poetisa murciana María Cegarra, y con la pintora Maruja Mallo. A finales de año recibe el mazazo de la muerte de su querido amigo Ramón Sijé, y ello tiene como resultado literario una de las elegías más profundas, dramáticas y desgarradoras de la literatura española, la " Elegía " a Ramón Sijé.

1 me gusta

@Lpq1950 muy acertado tu soneto
abrazo

Miguel Hernández en cada uno de los versos. Tierno poema. Un abrazo.

1 me gusta

Muy agradecido por tan generoso comentario
saludos @Rraffa

1 me gusta

Muchas, gracias, amigo Pepe, por esas reseñas sobre Miguel Hernandez.
Las copie y guardé en DOC. Word.
Abrazos

1 me gusta

Espléndido soneto con un terceto final admirable. Enhorabuena.

1 me gusta

Tus poemas homenaje son tan buenos como aquellos a quienes los dedicas.

1 me gusta

Magnífico y bello soneto al poeta pastor que tanto admiramos!
No desmerecen tus versos a su obra, Pepe. Te felicito!:rose::clap:

2 Me gusta

Muchas gracias José Antonio
saludos

1 me gusta

Muchas gracias Raúl
saludos

1 me gusta

Muy agradecido @mariaprieto
saludos

1 me gusta