Todos somos rehenes
de esta fiesta
a la que nos invitan,
solamente cada cuatro años,
y no protestes
que a algunos
ni siquiera los invitan.
Y no es lo peor
el calor de julio,
ni que estemos partidos en dos,
ni que el ruido
en la radio,
en la tele,
en todos los sitios
sea insoportable.
Lo peor es
cómo nos tratan de meter
en los gaznates,
las mentiras,
hasta hacernos reventar,
como pavos
si fuera preciso.