Los
pétalos no tienen labios,
ni dedos, ni teclados para describir el aroma contra el viento.
Sin
embargo
deshaces las corolas desnudas entre las yemas
de los dedos.
Para que reavive el sentido de tu destino.
También las agujas del tiempo
enmarcan sin prisas el momento de la madurez.
Aunque los ojos de aceitunas despiertan en puntillas
sobre los espacios que dimensionas.
Luego
te revelas contra los vicios, mientras el paisaje
de tu tez sonrosada arroja flores
al alba.
Pero lejos y cerca de todo.