En tormentas de oscuridad
huyo a campo raso,
hasta que el magnetismo sideral polarice el espíritu otra vez
y muy adentro encienda la bujía moribunda
emulando la estrella más débil del firmamento.
Una pequeña luz siempre es buena
en tu cielo o infierno.
Cuando la misantropía es intolerable,
busco amparo en el bosque
donde mimético, soy un árbol más.
Descargo las tensas raíces
abrazo a la madre tierra
abro la boca de verde follaje,
lanzo canto nativo de pájaros y hojas.
En la sordera y aridez
deambulo por la playa cual tímpano del mar
taciturna ola desprendida.
Saco del cofre las ilusiones cremadas
y las esparzo en la arena
lo dejo vacío para perdones que no han podido entrar.
Cuando las interrogantes alzan su mitin
y sublevadas incendian certezas,
vengo a ver galopar la luz sobre el agua,
desato todas las quimeras
y la lágrima vuelve al agua
la sal a la sal.
En este ejercicio de renacer o morir
en la terapia del retorno a los elementos
desprendido del prejuicio de la razón
desnudo de cualquier idea
el espíritu se regodea
libre y relajado.
Una purga necesaria
que pide a veces la poesía.