En la vastedad de América Latina, erigí mi morada, una ermita de sueños y anhelos, un refugio en medio de la tierra fértil y los árboles frutales que cantan la historia de este continente. Aquí, en mi pequeño rincón, sostengo el corazón de una nación en mis manos y dejo que la brisa que danza en las esquinas del abismo me susurre secretos de antaño.
Cinco hectáreas de tierra generosa se extienden ante mí, una ofrenda de la madre naturaleza, una ofrenda que recibo con gratitud y alegría. En este santuario de la vida, el río sagrado murmura su canción ancestral, llevando consigo los suspiros de las almas que alguna vez caminaron estas tierras. A orillas de estas aguas místicas, construí mi refugio, un lugar donde los ecos del pasado se funden con la promesa del mañana.
En la colina verde, donde la naturaleza y el misterio entrelazan sus manos, se abre una oquedad herviente, un rincón donde la tierra parece protestar en susurros y rugidos. Es como si la esencia misma de este suelo antiguo se rebelara contra el paso del tiempo, como si los susurros de los ancestros resonaran en cada rincón de este lugar salvaje. Pero en medio de esta danza de fuerzas, permanece la calma en mi morada de ladrillo.
Junto a un salto de agua burbujeante, donde la vida fluye en constante renovación, donde el ciclo de la naturaleza se revela en cada gota que cae, encuentro la serenidad. Aquí, cerca de las brisas eternas que susurran secretos en el viento, siento la presencia del sol en el oriente, bañando mi morada en un cálido abrazo. En este rincón soleado, en este rincón bendecido, mi casa de ladrillo se alza como un faro de esperanza.
Mis pensamientos se funden con las raíces de los árboles centenarios, mis palabras fluyen como el río que canta, y mis sueños se entrelazan con los ecos del abismo. Aquí, en esta morada de ladrillo, encuentro mi refugio, mi lugar de introspección y creación. Y mientras el tiempo avanza, mientras la historia continúa escribiendo sus capítulos en las páginas del mundo, yo permanezco aquí, un custodio de la memoria y un arquitecto de sueños en mi casa de ladrillo en medio de América Latina.