Al entrar en el cuarto
me la encuentro tendida
de costado, me da la espalda
como en un cuadro de Hopper.
Ya más cerca adivino
en la retórica de su cintura
el suave deje de un tango
que no hemos bailado aún.
Rítmicamente el contorno
del torso, como un cincel
va percutiendo en la colcha.
Pronto se despertará.
Con impaciencia inspecciono
los detalles, la retina
se me apresura a absorber
una última bocanada.
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Bellos versos! Has pintado este poema con una cálida y serena sensualidad…que traspasa la frialdad ausente de algunos de los cuadros de Hopper.
Buen día, Andrés!
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Está muy bien la sugerencia sin “enseñar”
Gracias por compartir.
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Se me antoja como un cuadro íntimo de tiempo suspendido.
Letras donde la nostalgia del tango y el arte insinúan un universo secreto.
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Qué bonito comentario compañera! Muchas gracias por la visita 
Maravilloso Andrés, su poema me trajo a la memoria el estribillo de una guaracha que oí yo en los 80:
«Yo voy pasar
donde la negra tiene el cuarto
para ver si es verdad
si ella lo tiene como quiero yo»
Y también un “desnudo reclinado”
que algún tiempo pasado ilustró Edwar Hopper
Aplausos.
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Muchas gracias María, me ha encantado la comparación. Me gusta mucho la pintura de Edward Hopper, así que me salió ese verso de forma espontánea. Por supuesto, no pretendía emular sus cuadros, aunque hay algo en el poema de representación de una escena íntima. Me alegra que te parezca cálida y serena…
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Gracias por el comentario compañero, y por la amable lectura!
Gracias Domingo! Interesantes referencias artísticas y musicales. Siempre aportas una lectura rica en estos detalles! Saludos!!!
Bello cuadro escrito, un baile que se escribe… respira… todo puede suceder.
Muy sutil y bello.

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Gracias compañera por la visita y el comentario!!! Un saludo.
Hola Alejandro! Se me había pasado responder. Me ha gustado el comentario, que creo se ajusta muy bien a lo que representa el poema. Gracias por tu amable lectura… 
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