Y su rostro está en el aire
como la música
y el calor
aquí en la calle.
El viento caprichoso cruza al sur
se lleva su imagen
quiero sostenerla
como a un pájaro de papel.
Corretean las hojas en el suelo
intentando despegar en vuelo revolcado casi suicida
llevando por delante cientos de calzados.
Y las máscaras comienzan el ritual.
¡Ay!. La máscara vacía, sin rostro
ocultando dolencias.
La cara más amarga de la soledad
buscándome en el fondo de la taza de café.
Cómo explicarle la belleza del amor.
Cómo decirle que en cada recuerdo suyo
se enciende en llamas mi corazón
eternizando cenizas
y revive otra vez el dolor del fénix.
¡Ay Dios!
quita las máscaras
revela los misterios
para que la palma de mi mano
cicatrice sus heridas
y le acaricie el alma.