Soneto.- siete vidas

Cuando a solas me zurzo las heridas
la soledad el alma me endurece,
quien sabe si a los diablos obedece
que nunca encuentre a mano otra salida.

Ojalá que tuviese siete vidas
por más que yo a los santos no les rece,
pues ya mi corazón de fe carece
e imitar no pretendo yo a los druidas.

Será que nunca cuento con amigos
que del fuego me saquen las castañas
y doradas sin sal me las ofrezcan,

pues las más de las veces, enemigos
son, que se inventan díscolas patrañas
aunque al club de los nobles pertenezcan.

4 Me gusta