Fue Sancho Panza idóneo escudero,
se podría decir, genio y figura,
sin cuya aportación, cualquier ventura
se hubiese malogrado en el trastero.
Porque con su discurso más certero
condujo a Don Quijote en su locura,
con advertencias sabias, con mesura
por mantenerle hasta el final entero.
Que si consejos ambos se ofrecían
con la misma pasión participaban
en repartirse por igual sus dones,
porque si peripecias compartían
algunas recompensas esperaban
al dotar de sentido sus razones.