Presa del vértigo a menudo soy
testigo mudo de mis propios miedos,
tanto que a veces como ciego voy
tapando sin destreza mis enredos.
Pues queriendo salir del laberinto
más me complico a solas en sus redes,
quizás porque me sienta tan distinto
que atravesar pretenda las paredes.
Consciente soy que siendo un vagabundo
pasos me cuesta dar hacia delante,
sin mirar que de bruces se da el mundo
aunque sus machos nadie los aguante.
Quizás convenga no comerse el coco
si acabar no se quiere medio loco.