Con la mosca detrás de las orejas
ando yo al levantarme de la cama,
que si de ebrio tengo yo la fama
mandarme mi mujer quiere entre rejas.
Y es que tras marearme con sus quejas
al portalón de mi guarida llama,
por si acaso mejora el panorama
y en casa garantizo sus lentejas.
Si es que a estas alturas ya no puedo
permitir que mis venas de secano
marchar se marchen tristes a la fosa,
por lo cual a sus súplicas no cedo
porque toda promesa será en vano
y a peor marcharía aún la cosa