Soneto cautivo.- dando gracias

Dando gracias al mundo
aprecié el formidable y cruento filo
de las palabras, que al tenerme en vilo
cautivar nunca pude de amante vagabundo.

Y aunque por la ventura sienta un amor profundo
me manejo a menudo con sigilo,
porque en andar me esfuerzo con estilo
y un aprecio rotundo.

Pues del instinto yo aprendí sus normas
a base por supuesto de recibir tortazos,
con saña por encima del cogote,

y una vez habituado a los modos y formas
a mis anchas corrí dando codazos
cuando no me tocaba salir huyendo al trote.

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