Si carezco de fuertes ambiciones
no es cosa que me importe demasiado,
que no me considere un desgraciado
reprimiendo a placer mis emociones.
Que carretas aguanto y carretones
por andar por la vida de colgado,
al pretender medrar desesperado
entre fieras salvajes y dragones.
Pues si conforme voy con las migajas
no se me ve por parques y jardines
esperando del aire mi sustento,
como quien huya de sus horas bajas
sin botas en los pies ni calcetines,
demacrado quizás, y cara al viento.