Si en la distancia me olvido
de tanto amor aparente,
pronto el alma se resiente
de ese juego consentido.
Y no es que siempre Cupido
contra el mundo se presente,
en actitud imprudente
rompiendo su colorido.
Sino que después de tanto
ir y venir al desierto
el cántaro sin amores
rompió al placer su encanto,
y entre dormido y despierto
dejó de regar sus flores.