Sombra mía

Sombra mía. Ámame.

Sé un rosario de madera fría
sin tiempo, ni distancia, casi una piedad…
sé mi vida y el testigo del inicio del fuego,
un clavel de lujos,
un nota grave desenredada en una guitarra.

Voy a tu lado, de frente
golpeando el sudor
que tengo entre las piernas, al alba;
voy como una sombra desconocida,
casi como un inmenso aparato
volador.

Me das la paz necesaria.
Me das el pan y la memoria.
Me das el color y las alergias de
estar desnudo y con un par de lunares…

el que vive
la fruta seca, disecada, acompañada
de un frasco de murmullos
y una lengua cubierta de saliva.

El suspiro de la última mano,
el caminar con un infinito terror
y morder, así de repente, un beso espontáneo…

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