Acaríciame al roce de tu lengua…
Lo viril se estremece al labio ardiente,
al tacto juguetón que en lo consiente
ve pasar al deseo que hoy no mengua.
Embriágame y desliza melodías…
Pues, mi piel, va pidiendo tu humedad,
-está sedienta y pide tu bondad-.
Sé mi elixir, mi cáliz de ambrosías
Sé conmigo capullo de mi flor,
palmeral, agua dulce, se lo oculto,
lo más buscado; luz de un nuevo amor.
Hazme pescar lujurias nuestras
en las laderas de tu ombligo,
en la virtud de tus caderas…
en el oasis del mitigo.