Solo hay este mundo.
Los tulipanes se ofrendan en el acuerdo
y los gladiolos lo rompen con desparpajo.
Un coche cambia el sabor del aire rugiendo
y mata gardenias blancas entre sus humos.
Solo hay este mundo.
Vuelan veloces pájaros de acero hirientes
entre escombros rojas amapolas van sembrando.
No le quedan flores a la grama sobreviviente,
para suavizar el agrio sabor de sus tufos.
Nuestra casa es y se nos olvida.
Sólo tenemos este mundo
y lo llenamos del acre olor de la cordita.
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