Solimán, el Grande

El visir…
verticalado en el medio de las dos mareas
adolescia la ambigüedad estando completamente inmóvil
—él, que siempre le conseguía las tiernas víctimas, ahora era victimizado—.
Una desfloretada esclava
de desplumada rosa tibia
y negra
bombeaba por su lado masculino
a modo distrayente.
Solimán, el Grande —nunca mejor dicho—
desgoznándolo de a poco
le rellenaba la vaciedad del trizado ojo trasero.
Envilecido
era forzado así a probar de su propia feminidad
una habilidad recesiva
una sensación ignota.
De aquel antiguo pacto corrupto entre los dos
esa noche se convirtió en fiesta terrible.
¡Ah…! ¡El bien armado Solimán!
Un hombre que siempre ha gustado desbaratar estrecheces
sultán de apetito insaciable.
El visir
en su manso gesto de flor huracanada
nunca más volvió a ser el mismo.-

Chane García.
@ ChaneGarcia.

3 Me gusta