Porque hay silencios que comprometen
posibles aullidos exasperantes,
desmanes que afrontar con orgullo
como un soldado de infantería
con su lápiz y su libreta,
indestructible armamento pesado.
Porque esos silencios expiran
cuando no hay motivos para explayarse,
cuando no hay palabras que respirar.
Vuelve a la carga, otra vez, indómito
como un tornado que salpica
verdades y mentiras a partes iguales.
Sufre la vereda su ausencia
rugen los ruiseñores la perdida,
no hay poetas emboscados en los bosques
que ayuden con sus brújulas de versos.
Existe la paz si existe la armonía
si el trueno arrulla a la vigilia
si el relámpago ilumina el corazón.
Hay cierto candor en esa mirada
cierta pureza a pesar de todo.
Vuelven los remordimientos como kamikazes
dispuestos a aniquilar sin miramientos
cualquier resquicio de esplendor.
Pero esta vez no tiene miedo,
esta vez tiene poesía.