Y sin embargo – no estás…
Y yo estoy como ayer –
confusamente sola.
Con mi amor absurdo y desahogado,
consumido por murciélagos emancipados.
Que llora teniendo sed
debajo de la lluvia serena.
Y se encierra en cajones
con cientos llaves de arena.
Y sin embargo otra vez – estás…
En realidad,
tú nunca te fuiste.
De mi mente…,
desde que entraste sin tocar,
destruiste todo falso
pero levantaste grandes muros.
Fuiste la tormenta
en los días soleados.
La tempestad
de mi razón y corazón.
La lluvia
de mi tristeza tan desesperada,
que se metió en cada célula
de mi cuerpo y cansada se durmió.
Fue un nada,
convirtiéndose en todo.
Fue error tremendo
de personas sin escrúpulos, sin dignidad.