¿Cuál será la simiente de esta nostalgia invicta?
¿Aquella niña inocencia, aquellos cabellos claros?
La soledad transitando diversas calles de guerra.
Hemos velado juntos en las dulces trincheras del deseo,
y siempre estuvimos solos.
Quizá nunca estuvimos a la altura de un nosotros,
y es vana la despedida.
Es extraño a veces pretender regresar
y deambular noctámbulo y cansino
por aquellos tristes versos del fracaso.
La espina que moldeamos sin saberlo.
Tanto nos quisimos. ¡Tanto!
Que nunca pudimos despedirnos.
Hoy ya no quedan portales en la senda
que aguarden la llegada a nuestro lecho.
Sólo quedó la sal de esa herida maltrecha.
La impotencia de que nunca pasó lo que soñamos.
Tres tristes flores secas.
Unas cuantas fotos amarillas.
Y algún otoño que recordar.