Si no me levanto mañana

Mañana será otra cosa.
Tal vez se levantará el cielo vestido de azul
como una muñeca antigua
o con agujeros de nubes grises
como un pobre de los de antes,
aquellos que llevaban
pantalones rotos por el uso,
que no por la moda.
Mañana me levantaré o no
y si no me levanto
llorará por mi quien tenga que hacerlo.
Dejarán de importarme las injusticias.
Las estúpidas batallas de los egos políticos
físicos o intelectuales
arrastrando a las buenas gentes.
Las fronteras emocionales e irracionales.
El cementerio marino de mi Mediterráneo
donde los dioses pescan almas
porque ya hay más muertos que peces,
más cruces que redes.
La indiferencia de Europa,
tan vieja,
tan temerosa,
tan avara que ha de morirse
aferrada a lo que fue y hoy ya no es.
El hambre a secas
porque ni agua hay para dar
a los que no tienen diamantes ni petróleo.
Y si me levanto
me seguirá doliendo la ciática.
Me cansará el cansancio de mi cuerpo.
Me pesarán los besos que hoy por hoy
y hasta ¡vaya usted a saber cuándo!
no podré dar a quien amo.
Me dolerán los dolores de mi hija.
Mis gatos seguirán maullando a las siete de la mañana
para que les dé de comer,
subiéndose a la mesa donde escribo
sin dejarme hacerlo.
Mañana será otra cosa.
Otro cielo o el mismo azul aburrido.
Otra factura emocional que habré de pagar,
quiera o no quiera.
Nunca se sabe lo que nos deparará el día.
Otra promesa incumplida en la lucha por el poder.
Un dolor amigo imposible de aliviar
salvo con el abrazo y el silencio,
escuálida tirita para la profunda herida.
Más ausencia.
Algo más de melancolía
y una tristeza disimulada entre frase y frase,
azúcar de la ironía de un posible café
si por esas cosas de la vida
no me levanto mañana.

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